En las bodegas Sánchez Romate celebraron el «sí quiero» que se habían dado en San Juan de los Caballeros.
Desde que decidimos que celebraríamos nuestra boda en Sánchez Romate (los fotógrafos también se casan) estaba deseando hacer una boda en esa bodega. Sabía que sería especial. También sabía que la próxima vez que pisara ese patio lo haría con el amor de mi vida del brazo. Pero esa es otra historia de amor.
Desde el primer momento supe que iba a encajar con esta pareja. Mi compañero Adrián Selma les iba a hacer la película de su boda y les habló de mi y de mis fotografías. Y fue así como nos conocimos. Tomando una coca-cola en un pub tras una ridícula caída de la silla de éste que os habla. Ahí supe que o surgía el feeling o me tomarían por idiota. Y por suerte surgió el feeling, porque fue una de las situaciones más embarazosas de mi vida.
El día amaneció de la boda amaneció entoldado. Y en casa de la novia surgieron los nervios cuando empezó a llover. Pero el sol supo salir a la vez que la novia bajaba de su coche para que diera comienzo una emotiva ceremonia en San Juan de los Caballeros. Y fue emotiva de verdad. Hubo momentos para las lágrimas y también para las risas, y es que una ceremonia religiosa no tiene por qué ser un tostón. La película La vida es bella fue el hilo conductor a través del que el sacerdote supo ir tocando la fibra de los novios.
De la fiesta qué os puedo contar… Que todo acompañó: el sitio, el ambiente, la gente, los Mickis de Utrera, los novios, los amigos, la familia… Y me fui. Acabé mi trabajo orgulloso. Terminaba una temporada de bodas y dejaba atrás a unos novios pasándoselo de miedo. ¿Qué más podía pedir?