Cristina y Antonio celebraron su amor con una boda divertida en la finca El Sotillo Viejo.
Las bodas suelen ser el reflejo de la personalidad de la pareja que se casa. Y esta tenía que ser una boda divertida porque ellos son así. Cristina y Antonio son frescos y naturales. Y también tienen un gran sentido del humor y saben cómo contagiarlo a todos los que les rodean.
Ya cuando los conocí supe que me lo iba a pasar genial con ellos. En su preboda en Cádiz me quedó claro que eran personas de las que merecen la pena. Por supuesto que el día de su boda me lo demostraron con creces. También me demostraron que cuando se invierte una buena dosis de cariño, otra de amabilidad y una pizca grande de buenas intenciones, las cosas salen a pedir de boca. Y las bodas no son una excepción. ¡No todo va a ser a base de dinero!
Así que hoy os traigo la historia de esta boda en imágenes. Si de algo estoy seguro es de que fue la boda que habían planeado. Se lo pasaron en grande con la familia y con los amigos y supieron ser ellos mismos en todo momento. Alegres y felices, poniéndole buena cara a la vida siempre. Y yo fui testigo. Desde el primer momento me sentí uno más en aquella gran fiesta de boda y como tal me trataron.
Lo cierto es que en Cristina y Antonio encontré algo más que una pareja a la que hacerles fotografías en su gran día. Son cosas que pasan en esto de ser fotógrafo de bodas. Hay que implicarse para que los resultados sean los que uno quiere y hay veces en las que uno termina haciendo amigos por el camino. Yo estoy seguro de que he encontrado a dos. ¡Sois muy grandes chicos!