Entre montañas y casas encaladas, en el rincón del mundo favorito de Pilar y Miguel, hicimos este reportaje de Pre Boda en Grazalema.
Todo se iba tornando verde según avanzaban los kilómetros. Las montañas se levantaban ante nosotros. Y allí, en aquel joyero con fama de lluvioso, cubiertos por una enorme nube que parecía querer quedarse a vivir allí, hicimos este reportaje de Pre Boda en Grazalema.
No los conocía cuando contactaron conmigo. Sin embargo íbamos a tardar poco en conectar. Con ellos todo es fácil, natural. Son de estas personas con las que te sientes cómodo desde el primer momento.
Nos encaminamos hacia nuestro destino con sentimientos que se tropezaban unos con otros. Los nervios propios de las vísperas de su boda, la incertidumbre de no saber que escenarios iba a encontrar, el gusanillo de comenzar una nueva temporada, la inquietud sobre cómo comportarse ante la cámara…
Y de repente todo se desvaneció.
Porque apareció ante nosotros un paraíso, un lugar tocado por una varita mágica que lo hace especial. Después de las primeras fotografías de esta Pre Boda en Grazalema me di cuenta de por qué les gusta tanto a ellos. Tantas veces los ven los lugareños por allí que alguno incluso piensa que tienen casa propia en el pueblo.
Y paseando nos contamos mil anécdotas, como la de la inseparable bandera de Benaocaz de Miguel, alguna vez secuestrada por algún amigo con ganas de guasa que incluso llegó a pedir rescate. Daba gusto ver la eterna sonrisa de Pilar mientras nos contaba correrías inconfesables de nochevieja, año tras año, por aquellas mismas calles.
Así transcurrió esta Pre Boda en Grazalema. Paseando, riendo y charlando. Y terminó mientras nos dábamos una paliza para subir a la Ermita antes de volver a casa… No sin antes acariciar un Pinsapo, sentir su tacto y ver como los dos tienen un trozo de sus corazones en esa sierra y esas calles. Esos mismos corazones que se unirán, ya para siempre, en cuestión de horas.
¡Que seáis muy felices!